“Por todo lo que se habló de mí, hoy debería estar preso, pero no…”

Roberto Parrottino
9 min readJul 21, 2023
Foto: Maximiliano Luna, para El Gráfico Diario (Tiempo Argentino), octubre 2015.

-No me molesta que me asocien, amigo. Mirá cómo soy de ordenado.

Christian Bragarnik, el representante más poderoso del fútbol argentino, se desliza sin salirse de la silla con rueditas hacia unos estantes plásticos de color gris etiquetados. Se mueve dentro de su oficina de la empresa Score Fútbol SA. Desde la ventana, entra el aire del dique que llega a la esquina de Juana Manso y Encarnación Ezcurra, enclave de Puerto Madero. A sus pies, Kenny, un perro raza Shih Tzu, del que ha dicho que es su mejor jugador. Entonces, vuelve y expone.

-“AFIP”, “Score”, “Trámites”, “Monotributos”. A mí me investigan todos los años. Si no estoy ordenado con toda la exposición que tuve, imaginate. Es así. Elegí esto, el fútbol, y me tocó crecer; y si dejás un centímetro…

A Bragarnik -44 años, hincha de Vélez, abogado egresado de la Universidad de Flores, hoy empresario de la pelota y a fines de los 90 jugador de JJ Urquiza y Yupanqui en la D- lo asociaron con los dineros narcos de México cuando Defensa y Justicia subió a Primera. El vínculo se destacó cuando Diego Cocca y Jorge Almirón, entrenadores de su escudería, recalaron en Racing e Independiente a mitad de 2014, el momento de la gran exposición a la que se refiere, que coincidió con un hecho surrealista: Defensa y Justicia, un club de Florencio Varela, viajó a realizar la pretemporada a Tijuana, a las instalaciones del Xolos, propiedad de Jorge Hank Rhon, ex alcalde de la ciudad detenido en 2011 en su residencia con 88 armas de fuego, 9000 cartuchos y pieles de animales exóticos.

“Conozco bien todo, las reglas de juego -aclara ahora Bragarnik-, y sabía las consecuencias que llevaba tener los técnicos de ambos clubes. Pero cuando uno se maneja con buena fe está tranquilo. Hoy debería estar preso por todo lo que se habló de mí, pero no… Estoy acá en mi oficina trabajando y no tengo ningún inconveniente con nadie”.

Foto: Maximiliano Luna, para El Gráfico Diario (Tiempo Argentino), octubre 2015.

-¿Cómo empezaste con la representación?

-Se dio la posibilidad de jugar en el ascenso sin tener ninguna trascendencia más que disfrutar el día a día. Tenía videoclubes, y en las mañanas, como veía fútbol todo el tiempo, se me dio la idea de empezar a grabar los partidos. Y a partir de relaciones con gente del fútbol empecé a hacerles videos de los jugadores a los que hoy son grandes empresarios, como Daniel Comba, y a su vez estudiaba y jugaba. El último año que jugué fue en 2000, con Yupanqui. En mi último partido ganamos 7–1 y jugué de 9 y no hice ningún gol. Ese día dije: “Chau”. Jugaba de 5 y me tocó jugar de 9… Me costó dejar. Anhelaba otras cosas. Supongo que no se dio porque no tenía las condiciones y porque no tenía un buen representante, ¿no? Un día se dio una situación particular. Vino un jugador, Mariano Monrroy, a pedirme un video. Jugaba en Talleres de Córdoba. Le dije: “Veo que todos venden jugadores con los videos que hago. Dejame probar”. Mariano había terminado su relación con Marcelo Simonian. Y probé. Por medio de otro amigo, Eduardo Fuentes, hicimos un contacto en México con una persona que lo había llevado. Gustó el video y, encima, Mariano jugó la Copa Libertadores 2002 ante el América, y muy bien. Ese fue mi inicio. Dejé un poco de hacer videos, que lo hacía desde el 92. De hecho, tengo una videoteca de 10 mil.

-Y ahí desembarcaste en México.

-A partir de esa primera vez empezó, y con una ventaja: la gente a la que le vendimos a Monrroy me propone quedarme a trabajar. Necesitaban a alguien para visionar: al año era el presidente del Querétaro. Allá son franquicias con dueños y le dan otro orden. Ahí es donde se discute mi origen. Me tocó ir a trabajar en la parte deportiva y con el tiempo me enteré un poco que aparentemente los capitalistas del club, su dinero, venía del narcotráfico. Es fácil hablar. Pero nunca tuve un juicio. Así se hizo esa imagen mía.

-Pero Defensa y Justicia, club en el que representás al entrenador y a la mayoría del plantel, fue a Tijuana y como premio por el ascenso los jugadores recibieron un viaje a Las Vegas porque Hank Rhon maneja el juego.

-Quedé más expuesto. Cuando terminé como directivo en México, vuelvo y empiezo. Obvio que había tenido relaciones con mucha gente. Me toca conocer a Jorge Alberto Hank, que es el hijo de una persona muy famosa y discutida en México, de mucho poder político: Jorge Hank Rhon. Y acá decimos Tijuana y pensamos en narcotraficantes. Tijuana también tiene una vida normal y un club de fútbol. Es una ciudad que en las afueras suceden los hechos que escuchamos. Sin dar nombre, si vas a las afueras de Rosario también corrés peligro… Me tocó asesorar a varios equipos que ascendieron a la primera división de México y muy inteligentemente me pidió que le dé una mano. Se terminó dando que Xolos ascendió y nos invitó a hacer la pretemporada. Y nosotros como club, porque me siento parte de Defensa sin ser un gerenciador pero sí un asesor, aceptamos. Económicamente Defensa no me dio nada. Pero me dio prestigio para después generar otras situaciones. Las relaciones te hacen lograr otras cosas. El club se hizo cargo de los pasajes, que equipara una pretemporada acá, y la gente de Tijuana de la estadía a cambio de jugar dos amistosos. Después, al final, el equipo no fue a Las Vegas por un problema de las visas. Es fácil tirar y hablar pero nadie averiguó cómo fue. Son las ventajas que logran los clubes a partir de mis contactos, como Godoy Cruz, que ha llevado jugadores a partir de que lo veo. Por ejemplo, Leandro Caruso era un jugador libre y lo fichamos en Godoy Cruz y lo terminamos vendiendo a Italia. No le cobré nada, pero después terminé siendo partícipe de las ganancias junto al club, que tenía el 50%.

Foto: Maximiliano Luna, para El Gráfico Diario (Tiempo Argentino), octubre 2015.

-¿Hasta qué punto incidís cuando juegan dos equipos cuyos entrenadores y mayoría de jugadores representás?

-Se comentó algo de eso en el Racing-Godoy Cruz de la última fecha, que le da el título a Racing. No me gusta hablar pero no quiero dejar un vacío. Me tocó jugar aunque sea en un equipo de la D, y no se me ocurriría cómo convencer a once jugadores para que no ganen. No hay dinero que lo pueda pagar. Es muy difícil, y es muy difícil que no trascienda, como los amaños de partidos en Europa. Supongamos que soy un gran mentiroso y lo logré. ¿Creés que no va a trascender con el tiempo? Eso fue con el tema de los jugadores. Acevedo no juega en Racing, amigo. Si pudiera, tendría que decirle a Cocca que lo ponga. Lucero no jugó con Almirón. Al contrario: va en contra mía. Bou terminó jugando y no se discute nada. La pasión, la tecnología, los medios, hicieron que hoy haya un grado muy finito entre lo bueno y lo malo, y lo que vende es lo malo.

Al Pacino, en el papel de Tony Montana, sentado en un sillón antes de la guerra final en el mundo del crimen, mira desde un cuadro de la oficina. Sobre el marco, dos balas: una dorada, más grande, otra plateada. Bragarnik lo contempla, compara al actor con Diego Maradona, y suspira: “Me gusta mucho la acción… Todavía no he encontrado una película que me represente como Scarface. Obvio que hay un poco de morbo, porque viví en México y cerca de eso”.

-¿Te gusta el género gángster?

-¿Quién no vio ahora la serie de Pablo Escobar? Todos. ¿Eso quiere decir que a todos les gusta eso? Lo prohibido, lo malo, genera más éxito que ver National Geographic. Son costumbres que nos inculcaron a todos. De chico te regalan una pistola, una ametralladora para tirarles tiros a los otros. ¿Entonces? ¿Qué estamos generando?

Acusaciones, negocios y desmentidas

-“Dirigentes: el club es de los socios, no de Bragarnik”. “Cocca: le regalaste el clásico a Bragarnik”. Eso se leyó en afiches por Avellaneda después de que Racing perdiera el clásico con Independiente en el torneo pasado.

-Lo entiendo. No lo comparto. Gracias a Dios se terminó dando que de villano pasé a ser una persona normal, porque Racing salió campeón. Si no hubiese sido así, entiendo el rumor que habría quedado. Y viceversa. Almirón hizo un gran trabajo en Independiente, y no se logró lo deportivo y es criticado. Ese clásico perdió Racing y el gran criticado fue Cocca. La gente mama mucho lo que la prensa le traslada. Este trabajo me diferencia de un trabajador, que imagino que cuando va a la cancha dice: “Este se llena de plata y yo no me quedo con nada”. Nuestra profesión genera un poco de rechazo. Pero hay buenos y malos. Esa fue la primera crítica. La segunda es que si uno representa a un técnico no puede llevar a un jugador. No estoy de acuerdo. Si está convencido, no hay problema. Si se cobraron comisiones, si no… Era fácil investigar si por algún jugador de Racing se cobró. Te doy un ejemplo: en el caso de (Gonzalo) Castellani a Boca, que no tengo el técnico, cobré una buena comisión; y por jugadores que fueron a Racing, no. Como dice la ley, el trabajo no se presume gratuito, pero atrás de eso hay otras cosas.

-Leonel Di Plácido, jugador de All Boys, denunció que para pasar a Racing le exigieron que cambiara de representante, que vaya con el de Cocca, con vos.

-Fue indirectamente. Fue por un socio, Marcelo Valeri. Ni lo conozco a Di Plácido. Es más, te cuento una anécdota: hace poco se me acercó un compañero de él para ver si me interesaba manejarlo, y fue cómico. No sé qué daño se me quiso hacer. Era una mentira muy tonta. Racing tenía dos laterales derecho de jerarquía como (Iván) Pillud y Gastón Díaz e ir a buscar a Di Plácido… Tuvo la vida de la mentira que fue, 15 días. No la sufrí. Sé que fue mediático. Mi familia sabe quién soy. Mis hijas saben quién soy. Eso me importa. Cuando ponen que soy un delincuente, un narcotraficante… Son comentarios. En el día a día formo mi prestigio.

-Al día siguiente de Racing campeón, Rosario Central contrata a Eduardo Coudet, otro técnico que representás. ¿Compran el modelo de éxito?

-A ver: mi relación con Chacho se dio en México. Me demostró que después del fútbol los jugadores pueden hacer grandes cosas. Lo veo muy capaz. Se dio que estaba alejado y en charlas que tuve fui un poco gestor. Le decía: “Dale, metete”. Lo invité incluso a trabajar a Defensa y no se animó. Y en Central lo llamaron por sí solo y ahí se empezó a decir que lo manejo. Me une una gran relación pero él solo logró que le ofrecieran el cargo. Hubo un solo jugador, José Luis Fernández, que le gustaba y me llamó. Y fue transparente, de Godoy Cruz a Central. Es normal que uno por las relaciones recomiende los jugadores que tiene más cerca. Pero en el fútbol todo se magnifica. No manejo la economía de Defensa ni de Godoy Cruz ni de Racing ni manejé en su momento la de Colón. Eso es desmerecer a la gente que está en el puesto. Si tuviera interés me pondría en ese cargo, pero me gusta lo que hago: ver jugadores, entrenadores, y asesorar a los equipos. Tuve la posibilidad, como hincha, de ser dirigente de Vélez; algunas propuestas desde el club, como de Defensa. Pero soy feliz con lo que hago. Me gusta y me capacito. Voy a un curso de Derecho Deportivo, espero venir a mi oficina a trabajar… Estoy cómodo.

# Nota publicada en El Gráfico Diario (Tiempo Argentino) en octubre de 2015

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